La Costurera de Libros
Durante el día de su identidad habitaba escondida,
en las noches se dejaba llevar entre sus fantasías.
Tejer la miel para plasmarla después en papel,
era como en la aldea la susurraban,
un misterio para el hacer.
Las letras eran grabadas como el son de una lira,
el arte se sonrojaría.
Cantares de gesta, cuentos secretos o medievales
no cabían libros que tuvieran pares.
Una noche sin luna se escuchó en la aldea
que un soldado se la llevo en la lejanía
y no más libros, prosa o poesía,
con las manos de La Costurera.
Los habitantes esperaban pacientes,
al regreso de la dama de los sueños,
a oir su música de nuevo,
porque sus manos bailaban al compás
de las letras acostadas en las hojas,
por ello tan fácil era volar
cuando en las noches se escuchaban
La lira, los hilos y agujas.
Desde entonces todos la recuerdan,
y coser y cantar
cuando todo es tan sencillo,
como para La Costurera de Libros lo fue, amar.
Momó Díaz