Loba Esteparia
2020
No es la dicha ni el encuentro,
no es esta oscuridad lasciva,
no es este silencio nocturno,
no es esta luna en sangre viva,
No es la hora ni el momento,
no es la brisa ni el susurro,
no es la huida ni el regreso,
no es el todo por perdida,
No es esta estepa donde habitas,
no es mi guerra la que incitas,
no son tus sangrantes pupilas,
no es tu sed con la que impías,
no es el todo lo que ofreces,
sin robar lo que antes quitas,
tu eres loba esteparia,
vida
de tantas vidas
arrebatadas...
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De no haber sido por tu trata impía,
de la razón tenaz de quien desea estar vivo,
de no por quien dar la vida,
y la vida acabase en el verbo ir,
había olor de muerte en la calle donde jugabas,
y los que caminaban, lo hacían encima,
se regocijaban en sus pisadas,
como queriendo ser parte de aquella multitud,
se abrazaban sin tocarse,
se miraban sin más ojos que garras en los hombros,
se dolían no del dolor que es la vida,
sino de sus mentes cual les atormentaban
y se lamentaban sin pausa
y con testigos,
que eran precisamente sus hijos.
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De una cama vacía
a la otra esperaba,
de los labios urgentes
a los heridos,
de un deseo en vano
a la vanidad deseada,
de un desierto en la mirada,
de un avismo en la garganta,
de una gota de lágrima,
al perdón del dolor sin causa,
ni efecto de causa,
ni volvéndote loca lo esperabas,
ni por el retraso de la mañana fría
ni a la vuelta
lo creerías,
Sin estímulo mayor
que la llamada viva,
sin vuelta atrás
de la daga tajante,
esperando acariciar tu cuello,
sesgar el alma,
como aquel beso en la estación,
entregando con el la culpa y el arma,
un disparo endiosado,
un apostol sin la mirada,
un adiós premeditado,
una muerte no anunciada.
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Pendulante es la esquiva de esta senado,
del desquicio a la primicia que guardan las horas,
y del descenso al ultraje de esta escena viva,
de riendas utopicas de la vida,
como al amor que todo significa.